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21 octubre 2019 |

Entrevista a Jesús Cerezo, gerente de ENAR

Jesús Cerezo creó en 1999, ENAR, Envolventes Arquitectónicas, una de las primeras consultorías de fachadas de España, por lo que podemos hablar de él como de un pionero en esta profesión. La huella de ENAR se puede apreciar en edificios tan reconocidos como la Torre de Cristal, la nueva sede social del Banco de Bilbao o la del Banco Popular, la renovación de la Torre Serrano, todos ellos en Madrid. Interempresas Media ha visitado a Jesús Cerezo en las instalaciones de ENAR, en Las Rozas, de Madrid, y hemos conversado con él acerca de la evolución de su consultoría y de las tendencias hacia las que se dirige el mundo de la fachada.

El futuro es desafiante y estoy convencido de que vamos a trabajar con materiales muy interesantes

¿Qué papel tiene la figura del consultor de fachadas, cómo ha variado su percepción por parte del mundo de la construcción?
En octubre de este año 2018 ENAR cumple 19 años de trayectoria. Entonces, el concepto de consultoría de fachadas se veía con cierto escepticismo y teníamos una necesidad vital por comunicar cómo podíamos ayudar en nuestra labor. Ahora el consultor de fachadas es una figura profesional ya consolidada. Nuestros clientes son sobre todo arquitectos. Yo he insistido mucho en hacer entender que nuestro trabajo es una asistencia técnica, una ayuda, al igual que la puede hacer una consultoría en estructuras o en instalaciones. El constructor de un edificio también necesita de la ayuda de unos especialistas técnicos para realizar los cálculos de las estructuras auxiliares que soportarán la fachada, de los montantes y travesaños, para garantizar que el edificio va a resistir a unos requerimientos cada vez mayores, como el viento, el fuego, el ruido, la estanqueidad al agua o la transmisión térmica.
¿Cómo se solucionaba antes la resolución de fachadas, a qué profesionales se recurría?
Antes se contaba con un colaborador fachadista, se acordaban unos detalles tipo y se redactaba el proyecto de ejecución. Hoy, la tendencia es realizar proyectos de ejecución cada vez más fieles a la realidad, pero que requieren de la participación de especialistas, porque los clientes quieren un trabajo bien hecho con todos los datos bien definidos desde el principio, sin que surjan luego contradictorios. Uno de los valores de esta actuación es que cuente con el beneficio de la aprobación del arquitecto ya que formará parte del proyecto de ejecución y se llevará a cabo tal cual figura en ese proyecto, sin intrusismos que desvirtúen la intención inicial. Hay que hacer las cosas con fidelidad y una claridad absoluta de conceptos para evitar problemas en la ejecución.
¿Qué debe constar en ese proyecto de ejecución de fachada?
Para nosotros el concepto es muy claro. Siempre seccionamos todas las partes de la fachada, tanto en vertical como en horizontal, plantas, detalles y demás elementos. Si lo tenemos todo resuelto, sin fallos, no hay lugar a la improvisación porque ya todo está definido sobre el papel. Si partimos de un documento que incluye todas las mediciones ya previstas y referenciadas es más difícil equivocarse. Si se sigue este documento tenemos un proyecto que no genera problemas. Hemos trabajado en proyectos de 14 millones de euros en fachada, sin un solo contradictorio, y hemos recibido felicitaciones del fachadista, la pro-piedad, los arquitectos.
Este es un punto muy importante, no solo por la calidad del trabajo, sino también por la gestión de la obra. En algunos casos la partida de la fachada representa un alto porcentaje del valor total de un gran proyecto y está en manos de un solo industrial, lo que supone un riesgo. Las obras tienen que fluir siendo realistas, asumiendo proyectos reales, con presupuestos reales y con viabilidad. Suficientes problemas pueden surgir en una obra, como para tener proyectos mal definidos. Esta es nuestra forma de trabajar desde que empezamos en 1999.
¿Y cómo surgió el momento en que te decidiste a crear ENAR? ¿Qué necesidades percibías en esos momentos?
Hace treinta años empecé a trabajar en el Estudio Ortiz León Arquitectos y tuve la gran suerte de hacerlo en proyectos especiales. Íñigo Ortiz me encomendó ya desde el primer día trabajar en la fachada de un proyecto y ya no salí de esta área de trabajo. Empezamos con la sede social de Mapfre, trabajando con prefabricados especiales de hormigón, con granito como encofrado perdido. La fachada se hizo con perfilería interior y exterior de muro cortina, también con muro cortina invertido, marquesinas, acero inoxidable… Era un proyecto que en la fachada contenía muchos elementos. La hicimos con Umarán, un gran industrial del que todos aprendimos muchísimo.
El segundo proyecto en el que intervinimos fue en la Torre Mapfre, en Barcelona, con Folcrá. El proyecto se inició en 1989 y la torre estuvo acabada en 1992, en apenas tres años tuvimos proyecto y obra terminada, un tiempo récord. Se hizo con mucha dedicación, empuje, ganas y quitando horas de sueño, como se hacen estas cosas. La Torre Mapfre se hizo con estructura metálica, forjados colaborantes, escaleras prefabricadas de hormigón.
Las fachadas también eran prefabricadas de hormigón, de diez centímetros de espesor, forradas de acero inoxidable, sin duda la mejor protección a fuego, a las que se añadían los muros cortina singulares. De la mano de Folcrá, teníamos que ir diseñando soluciones para luego ejecutarlas, a un ritmo contrarreloj porque el tiempo era apremiante. Todo ello me puso en una situación de aprendizaje muy grande.
Fue una buena escuela
Sí. Además, empezábamos a trabajar con silicona estructural, con fachadas ventiladas, y siempre nos hacíamos las mismas preguntas acer-ca de su comportamiento, cómo dilataban, cómo se movían… Se trataba de saber cómo enfrentarse a los sistemas, hacernos las preguntas correctas. Si se superaba el test, empleábamos la solución.
Después de once años trabajando con Ortiz León me trasladé a vivir cerca de donde se encuentra ubicada ENAR actualmente y ya pensaba en realizar esta actividad profesional fuera de un despacho de arquitectos, como consultoría independiente. En Ortiz León me dieron la oportunidad y me cedieron tres proyectos de fachada para emprender la actividad de ENAR. El último proyecto en el que trabajé para el estudio fue el del edificio Sanitas, donde colaboré con Xavier Ferrés, al que ya conocía de una colaboración en la fachada de Biosca & Botey, donde él trabajaba. Un par de años antes Xavier ya había creado su propia consultoría y entonces comprendí que si eso era una forma de trabajar, yo quería hacerlo de la misma manera.[/vc_column_text][vc_column_text]

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